sábado, 12 de abril de 2008

La guerra del agua y del vino

Uno de los momentos más impactantes de la historia de la radio se vivió cuando, en 1938, el joven Orson Welles hizo la representación radiofónica de una adaptación de la obra de H.G. Wells, La guerra de los mundos. Aún hoy hay quien se plantea qué objetivo tenía esa representación, y si el propio Welles era consciente de las consecuencias que aquella retransmisión de ciencia ficción tuvo. Como se sabe, el realismo fue de tal calibre, que la emisión causó auténtico pánico en Nueva Jersey, ciudad donde, según la obra, estaba teniendo lugar la invasión de la Tierra por extraterrestres.

El principal motivo de la repercusión que tuvo aquel serial radiofónico, según los estudiosos del fenómeno, fue la situación internacional de inestabilidad que se vivía en la época.

Aprovechando las situaciones de incertidumbre, son muchos los gobiernos y numerosos los creadores de opinión que lanzan una información que, ingeniosamente elaborada y sutilmente administrada, busca causar efectos en la población para provocar cambios de rumbo e incluso cambios de pensamiento.

En Castilla-La Mancha, de un tiempo a esta parte, nos desayunamos con mensajes del Gobierno regional, nada subliminales, por cierto, si no todo lo contrario, puestos directamente en nuestras consciencias, con el descaro que da pagar con dinero ajeno, para convencernos de las bondades de la nueva OCM del Vino y del Plan Especial del Alto Guadiana.

Siempre me ha parecido síntoma de la más patológica presunción vanagloriarse del trabajo que uno debe realizar y que, además, lleva implícito en su sueldo, pero más patológico me resulta que, en pleno siglo XXI, se usen técnicas propagandísticas más propias de regímenes totalitarios que de sociedades modernas.

El hecho de que estos anuncios empezasen a emitirse en plena campaña electoral, y que el Gobierno regional tuviese que retirarlos temporalmente, porque su actitud no obedecía a conductas democráticas, no voy a analizarlo ahora mismo. Como tampoco me detendré, por ahora, en analizar el coste que nos supone a los castellanomanchegos la financiación pública de esa propaganda. Pero sí quisiera comentar algunos aspectos que me parecen aún más graves que los dos anteriores.

Decir que la nueva OCM del Vino ha sido un éxito es preocupante, ya que, entre otras cosas, los países del norte, según las negociaciones en las que el Gobierno regional tanto dice que ha intervenido, van a mantener la chaptalización, mientras que a los del sur nos desaparecerán las destilaciones dentro de cuatro años. En un mercado como el español, con producciones superiores a los 40 millones de hectolitros, de los que 10 millones se destilan, al no hacerlo entrarán en el mercado, lo que provocará graves distorsiones con precios a la baja y alteración de las calidades.

Algún acólito del Gobierno regional para hacer méritos, no porque piense otra cosa, pues no llega a ese nivel de autonomía emocional, me tachará de alarmista, pero es difícil ser optimista con el resultado de la reforma de la OCM del Vino cuando los fondos que van a llegar a España son menores que los que llegaban hasta ahora y esto, con toda probabilidad, desatará entre las regiones una guerra para repartirse el presupuesto de esta OCM, semejante a la que tenemos por el agua.

Tampoco es para tirar cohetes la situación del Plan Especial del Alto Guadiana, ya que, para colmo de males, el presupuesto que el Gobierno había previsto para su desarrollo acaba de verse reducido en 245 millones de euros por la mala gestión de la Consejería de Agricultura, a la que la Dirección General de Agricultura y Desarrollo Rural de la Comisión Europea ha denegado las ayudas (por no cumplir los requisitos mínimos exigidos) a la medida que presentaban como estrella para ahorrar agua: el fomento de los cultivos extensivos de secano.

Setenta años después de que Orson Welles anunciase la Guerra de los Mundos y aprovechase la situación de inestabilidad que se vivía en la época para crear pánico, el Gobierno regional hace lo mismo y aprovecha la incertidumbre que vive el sector del vino y la problemática que sufre nuestro país en materia hidráulica, para lanzar mensajes que confundan a la opinión pública. Cuando oigo esas consignas por la radio, me asomo a la ventana para ver si la gente corre por las calles para ponerse a salvo.