El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) celebra el segundo fin de semana del mes de mayo el Día Mundial de las Aves Migratorias.
Es una campaña mundial dedicada a sensibilizar y a promover la protección de las aves migratorias y sus hábitats en todo el mundo, así como a preservar los lazos culturales que los humanos tenemos con las aves migratorias y los vitales beneficios económicos y medioambientales que producen.
El lema de este año es: «Las aves migratorias y la gente. Juntos a través del tiempo». Como dice el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la humanidad siempre ha sentido fascinación por estas aves, como se evidencia en el simbolismo de libertad, de paz o de muchas leyendas culturales antiguas que las aves han representado.
El fenómeno de la migración de aves ha sido siempre, y lo debe seguir siendo, crucial para Castilla-La Mancha. La conexión cultural, social, histórica, económica e, incluso, espiritual que tenemos con estas aves, resulta evidente cuando contemplamos uno de los espectáculos más vigorosos e impresionantes que acontecen en la Península Ibérica, el paso de las aves viajeras con su vuelo en forma de V, para su invernada o para su trasiego al África lejana.
En las lagunas y marjales de nuestra región se concentran aves que proceden de más de 20 países. Aquí llegan extenuadas y aquí encuentran precisamente lo que necesitan para reponer fuerzas y continuar su épica singladura. Llegan los viajeros y llenan las «espejeantes» aguas de las lagunas de júbilo y alborozo y, en ellas, encuentran los alimentos que necesitan.
A muchas de ellas, cuando visitan nuestro Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, les gusta tanto que vuelven a él y, hacen la llamada migración en lazo: una ruta migratoria prenupcial y otra ruta diferente postnupcial. Su retorno es un claro indicador de la salud de nuestro más importante ecosistema.
Si pensamos en las miles y miles de anátidas y limícolas que buscan refugio en las lagunas del interior de nuestra península, comprobamos que su subsistencia depende de la seguridad que encuentran en las charcas manchegas. Entre ellas el Ánade real (Anas platyrhynchos) que es una de las aves que nos visitan más comunes y representativas de las aves migratorias que vienen por aquí cada año.
Siempre me han gustado los programas de Félix Rodríguez de la Fuente. Tengo toda la colección de sus películas y, entre ellas, todas extraordinarias, hay unas espectaculares escenas, tan impresionantes que, cuanto más las veo, más admiración me producen.
Me refiero a aquellas en las que se puede ver, cómo, otro ave migratoria huésped del Parque Nacional manchego, el Halcón peregrino nórdico (Falco peregrinus), el más hermoso de los depredadores orníticos vivientes, según decía con su característica voz el famoso divulgador ambientalista, impactaba a más de 300 km por hora contra su presa, un pato que nació en la misma lejana tundra que él.
Gracias al paciente trabajo de aquel gran naturalista, un hecho tan impresionante como bello, ha quedado grabado en la retina de muchos de nosotros.
Aquella escena, para orgullo de los castellano-manchegos, fue rodado en las Tablas de Daimiel, en donde ocurre que, con sólo ver sus aguas y oír el canto de las aves, nos damos cuenta de la grandiosidad, belleza e importancia de este santuario de la fauna, que es único en el mundo.
Desde el Gobierno de Castilla-La Mancha celebramos el Programa que las Naciones Unidas dedica a sensibilizar y a promover la protección de las aves migratorias y sus hábitats en todo el mundo. En ello trabajamos porque así lo sentimos y porque estamos empeñados en que, como nosotros, las generaciones futuras disfruten de nuestro espléndido ecosistema.
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